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Sebastián Cordero

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Acerca de Lo Invisible

Conozco a Javier Andrade desde hace unos 25 años, y siempre nos unió el cine: somos amigos, colegas, y somos cinéfilos. Frecuentemente conversamos acerca de por qué una película funciona y por qué otra no. Cada uno tiene su gusto, pero claramente compartimos criterios y estándares de calidad, y son demasiadas las películas que se quedan cortas, que tienen ambición, pero no llegan a cuajar.


Da una gran satisfacción constatar que Lo Invisible no solo cumple con las expectativas, sino que las supera ampliamente. Qué gusto da el poder decir que una película es buena, sin tener ningún reparo, y poder afirmar que las metas fueron cumplidas, que el objetivo y la promesa que planteaba el proyecto llegaron a buen puerto.


Creo que parte del éxito de la película tiene que ver con el proceso orgánico que Javier siguió al desarrollarla, al filmarla, y sobre todo al armarla después. La voz de un autor se va definiendo cuando este no se impone sobre su película, sino que permite que esta crezca y se desarrolle en base a lo que necesita. Javier entendió con “Lo Invisible” que tenía que permitirse explorar sin dar respuestas obvias, y que tenía que escuchar lo que pedía la película.


Cada personaje de Lo Invisible cuida algo más importante que su propia persona. En algunos casos es algo muy obvio (la salud de una esposa, el bienestar de un bebé, el lugar en una sociedad, la seguridad de una patrona), pero el cuidar lo interior, el yo, la salud mental, no es algo evidente para ninguno de ellos. Lo interesante de Lo Invisible es que plantea una protagonista que, en medio de una gran depresión, toma el camino de priorizarse ante el resto, y ese es un gesto que es profundamente egoísta y generoso a la vez. La grandísima actuación de Anahí Honeisen se debe en parte porque su personaje le pide estar en una jaula, siendo observada por todos, pero al mismo tiempo, siendo la persona que maneja más poder.


Lo Invisible es una película que crece con cada visionado. Está llena de detalles que uno descubre en cada capa de la narrativa, lo cual permite verla con otros ojos cuando uno ya se sabe a donde va. Plantea preguntas y no da respuestas fáciles, pero permite desarrollar un entorno para reflexionar. La factura es exquisita, tanto en cuanto a imagen como a sonido, pero no lo es de manera gratuita, y dice tanto de sus personajes como de sus espectadores.


Sebastián Cordero

Cineasta ecuatoriano. Director de películas como Ratas, ratones y rateros (Ecuador, 1999), la cual tuvo su estreno en el Festival de Cine de Venecia, Crónicas (México,Ecuador, 2004), estrenada en el Festival de Cine de Cannes. Además de Rabia (España,Colombia, 2009), Pescador (Ecuador,Colombia 2011), Europa Report (EEUU, 2013), Sin muertos no hay carnaval (Ecuador,México, Alemania, 2016)


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